Desde que tengo uso de razón siempre he adorado los días de
verano, las tardes eternas de luz, piscina y cervecita son única! Hasta el
aspecto de mi piel mejora dejando atrás ese color verde cetrino que me acompaña
el resto del año.
Y en esas estamos, intentando disfrutar del verano, contando
las semanas que faltan para irnos de vacaciones y por supuesto también las que
faltan para que vuelva a empezar el cole.
¿Qué fue de aquellas tardes en las que mi único complemento
era mi protector solar y un libro para devorar en un par de días?
Ahora bajamos con silla, cesta con toallas, tres tipos de
bronceador, otra bolsa con merienda y otra con manguitos, churros, corchos,
pistolas de agua e instrumentos varios piscineros. Sólo el trayecto del ascensor supone un
desgaste físico y emocional de proporciones desmesuradas. Eso sí, me sigo
resistiendo al carrito de la compra, el
glamour está perdido pero no la dignidad!
Nada más poner un pie en el césped escucho la mítica frase: ” Mamaaaaa … me quiero bañar”, y a
Mamá, a la que le apetece como una patada en la espinilla meterse en el agua,
intenta retener a las fieras, cual toro sanferminero, en un acto inútil de
contención. Batalla perdida, toca bañarse.
Y así paso mi primera hora de piscina, sentada en la escalera, vigilando y al borde de la
insolación ya que, entre tanta cesta y bolsa de artilugios varios, no hay sitio
para el sombrero de mamá.
Sacarlos del agua es como intentar pescar un chanquete sin
red, misión imposible! Ni los dedos arrugados, ni las amenazas de la socorrista
(quien por cierto, al menos la nuestra se merece un monumento a la paciencia
infinita), consiguen que salgan sin un enfado mediante.
Luego la guerra de pistolas, el momento no quiero eso de
merienda y no me gusta este bañador porque quiero uno de mayor, ahora quiero yo la
silla (Por ahí no paso! La silla es mía, sólo mía!!), “Lucas no me deja la
pelotaaaaaaaaaa… “ Señor, qué barato es el cole!! Cada
día estoy más convencida.
Por qué se convierten en Hulk cuando llega el verano? Será
efecto de la combinación del sol y el cloro salino?
Pero pese a todo esto, mis tardes de piscina siguen siendo
estupendas, no sólo porque aunque me queje a menudo de mis Fierecillas, me encanta verlas crecer sanas y felices,
dar guerra y comérmelas a besos, sino porque nada sería lo mismo sin la
compañía mis vecinas, que por suerte, además, son mis amigas.
Algún día os contaré cómo es nuestra vida en nuestro ”Madrileño Wisteria Lane”.
Jajajajajajajaja, que bueno todo, es la vida misma....lo del carrito, opino igual, de ninguna manera!!!! Felicidades y animo, disfruta, veras que crecen enseguida y estaremos solas en la piscina...snif, snif...
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