jueves, 29 de marzo de 2012

MOM ON STRIKE



Voy a empezar por dejar clara mi postura: No estoy de acuerdo con ninguna huelga, salvo que sea “a la japonesa” (obviamente son de otra pasta y ahí están los resultados). Respeto el derecho a ella pero creo que no es la forma de solucionar los problemas, máxime si tenemos en cuenta la situación económica actual, y por supuesto pido respeto para quienes deciden no hacerla, que afortunadamente, somos la inmensa mayoría.

Dicho esto y sin querer entrar en más valoraciones ni opiniones con tinte político, se me ocurre plantear un tema: “¿Qué pasaría si las Mamás nos pusiésemos en huelga??”

Recuerdo una divertida comedia americana en la que una madre de dos adolescentes y ama de casa, harta de llevar todo el peso de la familia (os suena esta circunstancia, verdad?) decide ponerse en huelga. Imaginaos la situación, absolutamente caótica. Obviamente la conclusión es que su marido e hijos reconociesen el grandísimo trabajo y esfuerzo que supone ocuparse de casi todo lo fundamental para que la familia funcione.

El perfil de mamá española, haciendo una media entre las mamás que me rodean, incluyendo mi experiencia es el siguiente.

Ana, 36 años. Madre de 1 niño de 5 años, una niña de 3, esperando su tercer hijo.
Trabaja en una empresa de seguros, en la que tenía un futuro brillante, pero que sacrificó por una jornada reducida para poder recoger a sus hijos del colegio y pasar la tarde con ellos.

Ana sale de su oficina a las 3 de la tarde y recoge a los peques a las 5. En esas dos horas Ana hace compra, organiza meriendas, hace cambios, lleva el coche al taller, lleva y recoge ropa de la tintorería, compra regalitos para los cumples que tienen sus hijos y con suerte le da tiempo de comer un sándwich en el coche, entre un recado y otro.

Recoge a Álvaro y a Marta del colegio, lleva a Álvaro a Judo y a Marta a Ballet, vuelve a recoger a Álvaro y va a recoger a Marta. Llega a casa, hace puzles con uno y juega a las cocinitas con otra, organiza cena, baños, pone pijamas y da de cenar y cuando consigue acostarlos y que se duerman, se acuerda de que mañana tiene cita con el Gine porque ya está casi de 27 ( o eran 29?) semanas y se le pasó la cita anterior.

En vez de sentarse a descansar, prepara la cena para que cuando su marido llegue (cansadísimo ,por supuesto, porque trabaja a jornada completa en un despacho de abogados y tiene una “gran” responsabilidad) puedan cenar y escuchar lo estresadísimo que está y lo duro que resulta su trabajo diario.

Antes de acostarse, prepara las mochilas para el día siguiente, los uniformes y deja listo todo para el desayuno de la mañana siguiente.

Sabéis lo mejor de todo esto, que Ana está feliz, jamás se queja de no tener ni medio minuto para ella, de no descansar ni disfrutar de su embarazo y de haber sacrificado su vida profesional por poder ocuparse de su familia.

¿Habéis pensado qué sería de la familia de Ana si ella se pusiese en huelga un solo día??? Ahí os dejo la reflexión.










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